UN PESCADOR
Al pie del jacarandá
en los charcos violetas
que miente la lluvia
deja planes, estrategias
y el orgullo un pescador
sabedor a los golpes
que no conduce la barca
que no es el amo del viento
que duelen los huesos pegados
como el amor falso
y que las redes rugosas
se incrustan en la cara
por negar a la verdad.
Pero nace la esperanza
en esa tarde sin peces
y vuelven a ser de heno
los tres veces perdonados
ojos de abril.
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