En una oportunidad, reflexionando sobre el tema de
estar cuando se le necesita a una, he llegado a la conclusión de que he llegado a prescindir de las más mínimas consideraciones hacia el prójimo. No exagero, pero no acudo a cualquier llamado, digo en mi español bárbaro,
"no me jodan por pelotudeces" no me molesten por zonceras, no estoy, no existo. Mi ocasional interlocutor de entonces (no quiero poner analista), me dijo que en realidad no era que no se podía contar conmigo como yo prejuzgaba, si no que en las ocasiones
que sí importaban, yo estaba presente como correspondía, prueba irrefutable de ello eran los dos o tres ejemplos que le había relatado y que me repitió.
Hasta el día de hoy me conformé con mi forma de asistir "a medias" y de juzgar con un criterio más o menos arbitrario según el
mood, cuáles eran las ocasiones que ameritaban mi intervención y cuáles quedaban en la
agenda de lo prescindible.
Una vez más me cuestiono seriamente, si no es tiempo de cambiar...
A veces no basta con saber que cuento contigo
para que me des un poco de tu sangre.
Tambien necesito decirte que ha llovido,
y que el mar ya no es el mismo desde junio,
que mi sauce está divino y que he llorado.
Que he quemado el asado mientras leía
el horóscopo dragón por si las moscas.
En suma, poca cosa si no entiendes
que un amigo tiene oídos indulgentes.
Mientras escribía, aproveché para terminar este lienzo...
Brocha al Oleo