TE AMÉ SIN SABER VOLAR
Recuerdo esa misma tarde
en que un profeta sin sexo
me advirtió que no me entregara
en manos del amo del viento
Y que tomara el camino de hojas
que acusan con forma de estrella.
El Siroco no tardó en pintar
con rojo polvo del Sahara
una verdad tan candente
que surcos forjan en la cara
jamás podrá retener al viento
con corazón de poeta
que no se desgarra en versos.
Te amé entonces sin raíces
como la flor de tres pétalos
que crece sabedora
de que sólo cobra existencia
si sirve a un juramento
sellado con espuma en la brisa.
Te amé sin saber volar.
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