En la ermita ocre rodeada de arena
En la ermita ocre rodeada de arena
habitaba silente aquél de larga vida
dueño del desierto y del mar sin peces
desenrollaba verdades de este a occidente
sabía los secretos de las escrituras
amó a la mujer que fue palmera entre las dunas
de tanto reir al sol y de hundir sus pasos
en el agua libre
la odió también porque supo
que para amar de veras debía renunciar a mucho
y fue lágrimas de papiro entre sellos de madera
cambió de vida para no cambiar nada,
y se sintió seguro en la urbana maraña
donde pocos pagan lo que deben
si alteran el orden de sus acreencias.
Acaso pudo ser feliz en su mundo sin palmeras
hasta que encontró a la suya plantada en la vereda
y todo comenzó de nuevo mas qué hacer no supo
porque de verdad la amaba
como cuando era joven y desentrañaba
el oscuro encanto de lo insolvente.
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